La realidad nos ha demostrado que no podemos dar por sentado el futuro, ni siquiera el más cercano. Es nuestra obligación reflexionar y extraer las lecciones que nos permitan aprender y prepararnos para afrontar los cambios que ya se han producido.
Desde finales de los años 80, los contextos militares han incorporado la perspectiva de abordar situaciones volátiles, inciertas, complejas y ambiguas. Pero es en 1992 cuando Herbert Barber formaliza el acrónimo VUCA (Volatile, Uncertain, Complez, Ambiguous) para sensibilizar a los estudiantes de la Escuela de Guerra del Ejército estadounidense sobre las dificultades que presenta el análisis estratégico. Desde hace años se utiliza en el mundo de la gestión empresarial a la hora de afrontar importantes decisiones estratégicas y este marco de referencia está resultando cada vez más aplicable al entorno económico, social y medioambiental.
Funciones tan importantes como no deseadas
En un mundo que anhela control y donde el análisis cuantitativo prima sobre todo lo demás, los términos que definen un entorno VUCA siempre van asociados a una connotación negativa. Quizás por eso no incorporamos este enfoque en la interpretación de cuestiones fundamentales y estratégicas para nuestra supervivencia como el cambio climático, la pérdida de biodiversidad o la sostenibilidad alimentaria.
Sin embargo, la consideración de un escenario VUCA es una propuesta muy positiva. Refleja una actitud en el análisis del entorno que busca perspectivas de futuro a partir de diferentes puntos de vista y escenarios en los que se identifican oportunidades potenciales para la sociedad, las organizaciones o los individuos, abandonando un rol pasivo y reactivo.
¿Cómo reaccionar ante estos escenarios?
Trabajar con volatilidad, incertidumbre, complejidad y ambigüedad puede parecer difícil y, en ocasiones, esta dificultad se convierte en una buena excusa para no afrontar la realidad.
Nathan Bennett y James Lemoine, exponen algunas propuestas básicas que nos pondrán en una mejor posición para reaccionar, responder o adaptarnos a este tipo de situaciones.
Sea ágil ante la volatilidad
Una situación volátil es inesperada o inestable y de duración desconocida. Lo que sucede no es difícil de entender, pero los cambios son frecuentes y a veces impredecibles.
La agilidad es clave para hacer frente a la volatilidad. Es necesario invertir en preparación y talento que nos ayuden a predecir los cambios y anticipar la provisión de recursos básicos para la supervivencia, ya sea de una empresa, de una persona o de la sociedad en su conjunto.
Información para reducir la incertidumbre
La incertidumbre describe una situación caracterizada por la falta de información o conocimiento. Se diferencia de la volatilidad en que en una situación volátil es muy probable que se produzcan cambios, sin embargo, la incertidumbre es simplemente no tener información o conocimiento para poder preparar una respuesta.
La incertidumbre se reduce con información y conocimiento. Recopilar información, interpretar datos y compartir conocimientos participando en redes de análisis de información puede reducir la incertidumbre actual.
Estructuras adecuadas para la complejidad.
Una situación compleja es aquella en la que hay muchas partes y variables interconectadas. No son necesarios cambios impredecibles ni nos falta información, incluso podemos tener tanta información que resulta abrumadora procesarla.
La forma más directa de abordar la complejidad es replicarla. Si tenemos una estructura organizativa preparada, podemos aprovechar la complejidad ambiental en lugar de luchar contra ella.
Experimentos contra la ambigüedad
Quizás el más abstracto de los términos. Alude a la multitud de opciones y posibles resultados. La ambigüedad caracteriza situaciones que pueden entenderse de varias maneras o admitir varias interpretaciones. En última instancia, introduce dudas sobre la naturaleza de las relaciones de causa y efecto.
Comprender las causas y los efectos requiere generar hipótesis y probarlas. La experimentación y la asunción controlada de riesgos son necesarias para poder extraer lecciones replicables.
Algo que aprender trabajando en el campo.
Trabajar en el campo implica una exposición extrema a estas situaciones. No es necesario que el concepto VUCA esté formalizado para que estemos hablando de temas naturales y absolutamente interiorizados. Trabajar con variables fuera de nuestro control hace que la gestión sea necesariamente dinámica y flexible. Entre muchas otras, ésta es una de las razones por las que el campo muestra signos de mayor resiliencia.
A continuación, presentamos cuatro ejemplos que pretenden ilustrar cómo, como resultado de la experiencia, ya se utilizan en zonas rurales recetas similares a las de Bennet y Lemoine para hacer frente a la volatilidad, la incertidumbre, la complejidad y la ambigüedad.
Plan con alta volatilidad
La volatilidad de los mercados agrícolas es un fenómeno bien conocido que tiene que ver, entre otros factores, con la elasticidad de la oferta y la demanda agrícola, los desfases entre la decisión de sembrar y el resultado en la cosecha que también se ve afectado por el clima. condiciones de cada campaña.
La capacidad de planificar sin garantía de cuál será el resultado del trabajo de un año es una característica que emerge con cada cosecha y requiere algunas de las condiciones discutidas anteriormente para el manejo de la volatilidad. Por ejemplo, hay que ser ágil durante todo el período de crecimiento o cría para aprovechar las oportunidades o mitigar las amenazas. Otro ejemplo es plantar o sembrar con holguras suficientes para mitigar posibles imprevistos sin producir un exceso difícil de gestionar.
Gestionar la incertidumbre
Existe una relación directa entre agricultura y meteorología. El clima sigue siendo un factor importante de incertidumbre global para las cosechas que alimentan directa o indirectamente a unos 7.700 millones de personas.
Una información más precisa y personalizada para cada ubicación te permitirá aprovechar las condiciones climáticas y ayudar a reducir los daños, directa o indirectamente, causados por el clima desfavorable.
Inspírate en la complejidad
Las plantas existieron antes de la agricultura, del mismo modo que los animales existieron antes que el ganado. La tecnificación de estas disciplinas nos ha llevado a controlar y sustituir ciertos procesos naturales para conseguir que nuestros cultivos y ganado crezcan y se reproduzcan.
A lo largo de la historia hemos intentado simplificar una gran cantidad de procesos que ocurren de forma espontánea en la naturaleza para poder ejercer un control sobre los mismos. Esto nos permitió consumir productos fuera de temporada pero también provoca otra serie de impactos como, por ejemplo, la pérdida de biodiversidad o de suelo por la intensificación artificial de los cultivos, cuestiones que ponen en duda lo que hasta ahora considerábamos progreso. .
La sintropía es una estrategia contra esta situación. La agricultura sintrópica intenta replicar los ecosistemas para que produzcan todos los insumos necesarios para el crecimiento y la reproducción, tal como en la naturaleza. #Frente a un sistema complejo de millones de años como es el ecosistema terrestre, la mejor manera de aprovechar todos sus beneficios es intentar replicarlo.
Aprendiendo de la ambigüedad
La ambigüedad es una condición fundamental en los procesos naturales. Estos pueden ser interpretados de múltiples maneras que nos llevan a diferentes conclusiones y finalmente decisiones potencialmente adecuadas para un propósito y que sólo después de verificar los resultados demostrarán su validez.
Un buen ejemplo de dudas en estas relaciones causa/efecto fue la prueba que hizo David Sueiro en el Galo Celta cuando introdujo la castaña como complemento en la alimentación de sus gallinas para obtener huevos más melosos con menos agua. Esta decisión, buena en su objetivo principal, provocó problemas de exceso de grasa en el hígado de los animales que cambiaron por completo la viabilidad de los resultados del experimento.
Este tipo de efectos indirectos o secundarios están muy presentes en el campo y por ello siempre se toma con mucha prudencia a la hora de introducir cambios en el manejo y manejo de las explotaciones.
Sin embargo, esta prudencia no significa inmovilidad y por ello hay constantes experimentos de introducción paulatina para controlar las posibles consecuencias indirectas o secundarias de cualquier cambio, por pequeño u obvio que parezca.
Atrévete a cambiar
El cambio ya no es deseable. El cambio ya ocurrió y ahora debemos estar preparados para adaptarnos. Tenemos que encontrar nuevos enfoques para resolver los grandes problemas del pasado que todavía tenemos pendientes y estar preparados para aquellos desafíos futuros que aún no conocemos.
Debemos pensar en la frontera del conocimiento donde todas las opciones siguen siendo válidas porque no se ha demostrado que sean falsas. Es necesario trabajar con la mente abierta en soluciones imaginativas y efectivas, no imaginarias o teóricas.
En lugar de adaptarnos a lo que viene, nos enfrentamos a una oportunidad de dar forma al futuro.